Cuatro días de campaña son suficientes para descubrir por qué la Fundación Goteo se llama así. Las aportaciones van llegando tímidamente, y aunque el comienzo de campaña ha sido más flojo de lo esperado, hay que buscar la forma de mantener intactas la esperanza y la ilusión. Una de esas formas es pensar en principal objetivo de la campaña y las personas que se beneficiarán de esas 500h de clases que se busca financiar.
Ayer a última hora dos donaciones de 10€ cada una me alegraron un domingo complicado. Puede no parecer gran cosa, y puede que esa sea la razón por la que mucha gente no se anima a hacer aportaciones. No quiero dejar pasar la oportunidad de decir que entre 1€ y 100€, TODA aportación es igualmente bienvenida y apreciada. Dos aportaciones de 10€ representan dos horas de taller de manualidades para personas que no pueden permitirse regularmente este tipo de actividad. Hablamos de pensionistas, personas en situación de desempleo, hijos/as de personas que trabajan en el barrio...
Ayer ponía el ejemplo de Hugo. Hugo es el hijo de Bea, la peluquera del barrio que trabaja puerta con puerta con el taller. Hugo es una de las personas que más ha aprovechado los métodos del taller. Apasionado de los megalodones (tiburones gigantes prehistóricos), Hugo los ha dibujado en papeles, mesas, tazas y pizarras. Aprende rápido, y ya sabe que dibujando un puntito blanco en ojo del tiburón, parece que brilla.
Hugo, de cinco años, es una de las personas por las que merece la pena luchar por el proyecto y la razón por la que una de las recompensas de este crowdfunding es esta preciosa camiseta azul celeste realizada a partir de una de sus interpretaciones del tiburón gigante.